Mujeres, menstruantes, gestantes, puérperas, menopaúsicas, sexuales, Mujeres.
Es que somos tan maravillosas e increíbles.
Es que somos tan poderosas cuando nos dejamos ser, cuando nos damos permiso para mostrarnos tal cual somos, cuando liberamos de nuestro cuerpo todo lo que nos ancla y podemos reconocemos a nosotras mismas.
Que difícil se vuelve a veces, poner luz en un sistema que pone sombra todo el tiempo.
Nos han enseñado a esconder nuestra verdadera belleza, detrás de ciertos cánones impuestos, a través de cuerpos normativos, esos que espera el sistema.
Tallando una imagen nuestra que no es la nuestra.
Nos han enseñado anhelar e ir por esos cuerpos que responden a la NORMA, muchas veces dejando nuestra salud en esa batalla, un vacío y un dolor existencial.
Tanto hemos comprado, que a veces, ni nosotras podemos reconocernos.
La mayor belleza reside en esa congruencia en lo que se piensa, se siente, se dice y se hace.
Ahí está el verdadero brillo, esperando a ser compartido.
La belleza está ahí cuando aceptas tu cuerpo, quién eres, cuando conectas con tu deseo, cuando no te comparas, cuando entiendes los procesos por los que estas pasando.
La belleza está ahí cuando aprendes o intentas a no juzgarte,
Mujeres, hermosas por fuera y sobre todo por dentro.
Todas distintas y todas iguales al mismo tiempo.
Sus ojos reflejan esa increíble sabiduría que llevamos dentro, que nos conecta con la naturaleza de la tierra, de allí venimos y hacia allá vamos.
Mujeres cíclicas, madres, abuelas, brujas, salvajes, lobas, poderosas, inteligentes, creativas, sensuales y sexuales.
No hay nada como dejarte ser y conocerte de la mano de otras, nada más nutritivo que caminar juntas por este sendero que a veces se vuelve un tanto espinoso.
Porque no hay nada más lindo que verte reflejada en otra mujer y admirarla.
No hay nada como reírte de tus penas y soltar tus llantos rodeada de tan hermosa energía femenina y sentirte comprendida.
Nos han enseñado a competir entre nosotras, nos han enseñado a que la otra es una amenaza, la mujer que me resta y me aparta.
Dividirnos ha sido y sigue siendo una estrategia infalible de este sistema represor patriarcal capitalista.
Pero nuestra esencia no es esa, volver a los rituales de antes, resignificar los vínculos entre nosotras, celebrar las transiciones de una etapa a la otra, honrar a las mujeres mayores que tanto tienen para enseñarnos, ahí está nuestra gran tarea y responsabilidad como MUJERES.
Porque cuando una mujer sana su relación con su cuerpo, con su sexualidad y consigo misma y se integra, lo hace por ella, por las que la precedieron y por las que vendrán.
Porque cuando una mujer se entrega a su sabiduría y a su magia el universo entero se abre para ella.
Mi gratitud más profunda a todas las mujeres quienes han compartido conmigo sus historias, su amor y su apoyo.
¡Para que la tierra sane debemos traer la sabiduría de nosotras las mujeres a la luz del mundo!
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